Las Sagradas Escrituras, cuando señalan al Ser
infinito, presentan en las siguientes palabras la fuente de semejante
educación: En él "están escondidos
todos los tesoros de la sabiduría". *2 Col. 2:3. "Suyo es el consejo y la inteligencia". *Job
12:13.
El mundo ha tenido sus grandes maestros, hombres de
intelecto gigantesco y abarcante espíritu investigador, hombres cuyas
declaraciones han estimulado el pensamiento, y abierto a la vista vastos campos
de conocimiento; y estos hombres han sido honrados como guías y benefactores de
su raza; pero hay Uno superior a ellos. Podemos rastrear la ascendencia de los maestros del mundo hasta donde
alcanzan los informes humanos: pero antes de ellos 14 estaba la Luz. Así como la luna y los planetas de nuestro
sistema solar brillan por la luz del sol que reflejan, los grandes pensadores
del mundo, en lo que tenga de cierto su enseñanza, reflejan los rayos del Sol
de Justicia. Todo rayo del pensamiento, todo destello del intelecto, procede de
la Luz del mundo.
En estos tiempos se habla mucho de la naturaleza e
importancia de la "educación superior". Aquel con quien están "la sabiduría y el
poder"*Job 12:13, y de cuya boca "viene el conocimiento y la
inteligencia"*Prov. 2:6, imparte la verdadera educación superior.
Todo verdadero conocimiento y desarrollo tienen su origen en el conocimiento de Dios. Doquiera nos dirijamos: al dominio físico, mental y espiritual; cualquier cosa que contemplemos, fuera de la marchitez del pecado, en todo vemos revelado este conocimiento.
Cualquier ramo de investigación que emprendamos, con el sincero propósito de llegar a la verdad, nos pone en contacto con la Inteligencia poderosa e invisible que obra en todas las cosas y por medio de ellas.
La mente del hombre se pone en comunión con la mente
de Dios; lo finito, con lo infinito. El
efecto que tiene esta comunión sobre el cuerpo, la mente y el alma sobrepuja
toda estimación.
En esta comunión se halla la educación más
elevada. Es el método propio que Dios
tiene para lograr el desarrollo del hombre. "Vuelve ahora en amistad con él"*Job 22:21, es su mensaje
para la humanidad. El método trazado en
estas palabras era el que se seguía en la educación del padre de nuestra
especie. Así instruyó Dios a Adán
cuando, en la gloria de una virilidad exenta de pecado, habitaba éste en el
sagrado jardín del Edén.
A fin de comprender lo que abarca la obra de la
educación, necesitamos considerar tanto la naturaleza del hombre como el
propósito de Dios al crearlo. 15 Necesitamos considerar también el cambio
verificado en la condición del hombre por la introducción del conocimiento del
mal, y el plan de Dios para cumplir, sin embargo, su glorioso propósito en la
educación de la especie humana.
Cuando Adán salió de las manos del Creador, llevaba en
su naturaleza física, mental y espiritual, la semejanza de su Hacedor. "Creó Dios al hombre a su imagen” *Gen.
1:27, con el propósito de que, cuanto más viviera, más plenamente revelara
esa imagen -más plenamente reflejara la gloria del Creador. Todas sus facultades
eran susceptibles de desarrollo; su capacidad y su vigor debían aumentar
continuamente. Vasta era la esfera que
se ofrecía a su actividad, glorioso el campo abierto a su investigación. Los
misterios del universo visible "las
maravillas del Perfecto en sabiduría” Job
37:16, invitaban al hombre estudiar. Tenía el alto privilegio de relacionarse íntimamente, cara a cara, con
su Hacedor. Sí hubiese permanecido leal
a Dios, todo esto le hubiera pertenecido para siempre. A través de los siglos eternos, hubiera
seguido adquiriendo nuevos tesoros de conocimiento, descubriendo nuevos
manantiales de felicidad y obteniendo conceptos cada vez más claros de la
sabiduría, el poder y el amor de Dios. Habría cumplido cada vez más cabalmente
el objeto de su creación; habría reflejado cada vez más plenamente la gloria
del Creador.
Pero por su desobediencia perdió todo esto. El pecado mancilló y casi borró la semejanza divina. Las facultades físicas del hombre se debilitaron, su capacidad mental disminuyó, su visión espiritual se oscureció. Quedó sujeto a la muerte. No obstante, la especie humana no fue dejada sin esperanza. Con infinito amor y misericordia había sido trazado el plan de salvación y se le otorgó una vida de prueba. La obra de la redención debía restaurar en el 16 hombre la imagen de su Hacedor, devolverlo a la perfección con que había sido creado, promover el desarrollo del cuerpo, la mente y el alma, a fin de que se llevase a cabo el propósito divino de su creación. Este es el objeto de la educación, el gran objeto de la vida.
El amor, base de la creación y de la redención, es el
fundamento de la verdadera educación. Esto se ve claramente en la ley que Dios ha dado como guía de la vida.
El primero y grande mandamiento es: "Amarás
al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus
fuerzas, y con toda tu mente". *Lucas 10:27. Amar al Ser infinito,
omnisciente, con todas las fuerzas, la mente y el corazón, significa el
desarrollo más elevado de todas las facultades. Significa que en todo el ser - el cuerpo, la mente y el alma- debe
restaurarse la imagen de Dios.
Semejante al primer mandamiento, es el segundo: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". *Mateo. 22:39. La ley de amor requiere la dedicación del cuerpo, la mente y el alma al servicio de Dios y de nuestros semejantes. Y este servicio, al par que nos constituye en bendición para los demás, nos proporciona a nosotros la más grande bendición. La abnegación es la base de todo verdadero desarrollo. Por medio del servicio abnegado, adquiere toda facultad nuestra su desarrollo máximo. Llegamos a participar cada vez más plenamente de la naturaleza divina. Somos preparados para el cielo, porque lo recibimos en nuestro corazón.
Puesto que Dios es la fuente de todo conocimiento
verdadero, el principal objeto de la educación es, según hemos visto, dirigir
nuestra mente a la revelación que él hace de sí mismo. Adán y Eva recibieron conocimiento
comunicándose directamente con Dios, y aprendieron de él por medio de sus
obras. Todas las cosas creadas, en su perfección original, 17 eran una
expresión del pensamiento de Dios. Para
Adán y Eva, la naturaleza rebosaba de sabiduría divina. Pero por la transgresión, el hombre fue
privado del conocimiento de Dios mediante una comunión directa, y en extenso
grado del que obtenía por medio de sus obras. La tierra, arruinada y contaminada por el pecado, no refleja sino
oscuramente la gloria del Creador. Es cierto que sus lecciones objetivas no han
desaparecido. En cada página del gran volumen de sus obras creadas se puede
notar todavía la escritura de su mano. La naturaleza aún habla de su Creador.
Sin embargo, estas revelaciones son parciales e imperfectas. Y en nuestro estado caído, con las facultades
debilitadas y la visión limitada, somos incapaces de interpretarlas
correctamente. Necesitamos la revelación más plena que Dios nos ha dado de sí
en su Palabra escrita.
LAS SAGRADAS ESCRITURAS son la norma perfecta de la
verdad y, como tales, se les debería dar el primer lugar en la educación. Para
obtener una educación digna de tal nombre, debemos recibir un conocimiento de
Dios, el Creador, y de Cristo, el Redentor, según están revelados en la Sagrada
Palabra.
Cada ser humano, creado a la imagen de Dios, está
dotado de una facultad semejante a la del Creador: la individualidad, la
facultad de pensar y hacer. Los hombres
en quienes se desarrolla esta facultad son los que llevan, responsabilidades,
los que dirigen empresas, los que influyen sobre el carácter. La obra de la
verdadera educación consiste en desarrollar esta facultad, en educar a los
jóvenes para que sean pensadores y no meros reflectores de los pensamientos de
otros hombres. En vez de restringir su estudio a lo que los hombres han dicho o
escrito, los estudiantes deben ser dirigidos a las fuentes de la verdad, a los
vastos campos abiertos a la investigación en la naturaleza y en la revelación.
18 Contemplen las grandes realidades del deber y del destino, y la mente se
expandirá y robustecerá. En vez de
jóvenes, educados, pero débiles, las instituciones del saber debieran producir
hombres fuertes para pensar y obrar, hombres que sean amos y no esclavos de las
circunstancias, hombres que posean amplitud de mente, claridad de pensamiento y
valor para defender sus convicciones.
Semejante educación provee algo más que una disciplina
mental; provee algo más que una preparación física. Fortalece el carácter, de modo que no se
sacrifiquen la verdad y la justicia al deseo egoísta o a la ambición mundana. Fortalece la mente contra el mal. En vez de que una pasión dominante llegue a
ser un poder destructor, se amoldan cada motivo y deseo a los grandes
principios de la justicia. Al espaciarse
en la perfección del carácter de Dios, la mente se renueva y el alma vuelve a
crearse a su imagen.
¿Qué educación puede superar a ésta? ¿Qué puede igualar su valor? "No se dará por oro, Ni su precio. será a peso de plata.. No puede ser apreciada con oro de Ofir, Ni con ónice precioso, ni con zafiro. El oro no se le igualará, ni el diamante, Ni se cambiará por alhajas de oro fino. No se hará mención de coral ni de perlas. La sabiduría es mejor que las piedras preciosas." Job 28:15-18.
EL IDEAL QUE DIOS tiene para sus hijos está por encima
del alcance del más elevado pensamiento humano. La meta a alcanzar es la piedad, la semejanza a Dios. Ante el estudiante se abre un camino de
progreso continuo. Tiene que alcanzar un
objeto, lograr una norma que incluye todo lo bueno, lo puro y lo noble. Progresará tan rápidamente e irá tan lejos
como fuere posible en todos los ramos 19 del verdadero conocimiento. Pero sus esfuerzos se dirigirán a fines tanto
más altos que el mero egoísmo y los intereses temporales, cuanto son más altos
los cielos que la tierra.
EL QUE COOPERA con el propósito divino para impartir a los jóvenes un conocimiento de Dios, y modelar el carácter en armonía con el suyo, hace una obra noble y elevada. Al despertar el deseo de alcanzar el ideal de Dios, presenta una educación tan elevada como el cielo, y tan amplia como el universo; una educación que no se puede completar en esta vida, sino que continuará en la venidera; una educación que asegura al estudiante de éxito su pasaporte de la escuela preparatoria de la tierra a la superior, la celestial. 20 ED/EGW
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