Bajo la economía judaica, Dios había ordenado que se le presentara una
ofrenda en ocasión del nacimiento de los hijos. Ahora vemos a los padres
procurar en forma especial ofrecer regalos a sus hijos en sus cumpleaños. Hacen
de ellos una ocasión para honrar al niño, como si se debiera honrar a un ser
humano. En esto Satanás ha logrado lo que quería y ha distraído hacia los seres
humanos la atención y los regalos, de manera que los pensamientos de los niños se
dirigen a sí mismos, como si hubieran de ser objeto de favores especiales.
En ocasión de los cumpleaños se debe enseñar a los niños que tienen
motivos para agradecer a Dios por su bondad que les conservó la vida otro año.
Así se les puede dar lecciones preciosas. Estamos en deuda con el Dador de
todas las mercedes tanto por la vida, la salud, el alimento y el vestido, como
por la esperanza de vida eterna. Debemos, pues, reconocer sus dones y presentar
nuestras ofrendas de gratitud a nuestro mayor benefactor. Estos regalos de
cumpleaños son reconocidos por el Cielo.
Enseñadles a repasar el año de su vida que ha transcurrido, a considerar
si les agradaría hallarse frente a lo anotado en los libros del cielo.
Estimulad en ellos serias reflexiones acerca de si su comportamiento, sus
palabras y sus obras fueron de un carácter que agradó a Dios. ¿Hicieron que sus
vidas fueran más semejantes a la de Cristo y hermosas a los ojos de Dios?
Enseñadles el conocimiento del Señor, sus caminos y sus preceptos.
He dicho a mi familia y a mis amistades que mi deseo es que nadie me
haga un regalo de cumpleaños o de Navidad, a menos que sea con el permiso de
transferirlo a la tesorería del Señor, para ser asignado al establecimiento de
las misiones. CPI 283,284.
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