¡Cuánto ha
trabajado el enemigo para colocar las cosas temporales por encima de las
espirituales! Muchas familias que tienen sólo poco para ahorrar para la causa
de Dios, sin embargo gastan dinero libremente para comprar muebles lujosos
o ropa a la moda. ¡Cuánto se gasta en comida, y a menudo en cosas que tan sólo
constituyen una complacencia perjudicial! ¡Cuánto se gasta en regalos que no
benefician a nadie!
Muchos gastan sumas considerables en fotografías para dar a sus amigos. La afición por las fotografías se convierte en una ocupación extravagante y estimula una especie de idolatría. Cuánto más agradable para Dios sería si todos estos recursos se invirtiesen en publicaciones que servirían para dirigir a las almas a Cristo y las preciosas verdades para este tiempo. El dinero desperdiciado en cosas innecesarias proporcionaría a más de alguno material de lectura acerca de la verdad presente, el que tendría un sabor de vida para vida.
Las sugerencias de Satanás se llevan a cabo en muchísimas cosas. Nuestros cumpleaños, nuestra Navidad y las fiestas del Día de Acción de Gracias con demasiada frecuencia se dedican a la gratificación egoísta, cuando en cambio la mente debería dirigirse hacia las misericordias y la amante bondad de Dios. A Dios le desagrada que su bondad, su cuidado constante y su amor incesante no sean recordados en estas ocasiones.
Si todo el
dinero que se usa en forma extravagante para comprar cosas innecesarias, fuese
colocado en la tesorería de Dios, veríamos a hombres, mujeres y jóvenes
entregándose a Jesús, y haciendo su parte para colaborar con Cristo y los
ángeles. Las bendiciones más abundantes de Dios se recibirían en nuestras
iglesias y muchas almas se convertirían a la verdad.—The Review and Herald, 23 de diciembre de 1890. CMC
308, 309
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