LA CULTURA FÍSICA
"Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas
y que tengas salud, así como prospera tu alma". 3 Juan 1:2.
B.- LA TEMPERANCIA Y EL RÉGIMEN ALIMENTARIO.
"Todo aquel que lucha, de todo se abstiene". 1Cor. 9:25.
TODO
estudiante necesita comprender la relación que existe entre la vida
sencilla y el pensamiento elevado. A nosotros nos toca decidir
individualmente si nuestras vidas han de ser regidas por la mente o por
el cuerpo. Cada joven por sí mismo debe hacer la decisión que amoldará
su vida, y no se deberían ahorrar energías para hacerle comprender las
fuerzas con las cuales tendrá que contender, y las influencias que
modelan el carácter y determinan el destino.
La
intemperancia es un enemigo contra el cual debemos precavernos todos.
El rápido aumento de este terrible mal debería incitar a la lucha a todo
el que ama al género humano. La costumbre de dar instrucción en cuanto
a temas de temperancia en las escuelas, es un paso que se está dando en
la buena dirección. Debería practicarse esa costumbre en todas las
escuelas y todos los hogares. Los jóvenes y los niños deberían
comprender la parte que el alcohol, el tabaco y otros venenos similares
desempeñan en la ruina del cuerpo, el entorpecimiento de la mente y la
sensualización del alma.
Debería explicarse que ninguno que use esas
cosas poseerá por mucho tiempo toda la fuerza de sus facultades físicas,
mentales o morales.
Pero,
a fin de descubrir la raíz de la intemperancia, debemos ir más allá del
uso del alcohol o el tabaco. La ociosidad, la falta de ideales, las
malas compañías, pueden ser las causas que predisponen 203 a la
intemperancia. A menudo se las halla en la mesa del hogar de las
familias que se consideran estrictamente temperantes.
Todo
lo que desordene la digestión, que cree una excitación mental anormal, o
que de cualquier modo debilite el organismo y perturbe el equilibrio de
las facultades mentales y físicas, disminuye el dominio de la mente
sobre el cuerpo y tiende a fomentar la intemperancia.
Si
se buscara el motivo de la caída de más de un joven promisorio,
se
llegaría a apetitos anormales creados por un régimen alimentarlo
malsano.
El
té, el café, los condimentos, los dulces y las tortas, son causas
activas de indigestión. La carne también es perjudicial. Su efecto
naturalmente excitante debería ser argumento suficiente contra su
consumo; y el hecho de que los animales estén casi universalmente
enfermos la hace doblemente reprobable. Tiende a irritar los nervios y
excitar las pasiones, de modo que predominan las tendencias más bajas.
Los
que se acostumbran a un régimen alimentario muy sazonado y estimulante,
descubren al cabo de un tiempo que el estómago no se satisface con
alimentos sencillos. Exige cosas cada vez más condimentadas, picantes y
excitantes.
A medida que los nervios se perturban y el organismo se
debilita, la voluntad parece impotente para resistir al apetito
pervertido. La delicada membrana del estómago se irrita de tal modo que
no la alivia ni el alimento más excitante. Se siente una sed que sólo
la bebida fuerte puede calmar.
ES EL COMIENZO DEL MAL LO QUE DEBERÍA EVITARSE
Al
instruir a los jóvenes debería explicarse el efecto que tiene el
apartarse de lo recto, por poco que parezca. Debería enseñarse al
estudiante el valor que tiene un régimen alimentarlo sencillo y
saludable para impedir el deseo de estimulantes artificiales.
Establézcase desde los primeros años el hábito del 204 dominio propio.
Incúlquese en los jóvenes el pensamiento de que deben ser amos y no
esclavos. Dios los ha hecho reyes del reino que hay dentro de ellos y
deben tomar posesión del trono asignado por el cielo. Si se da
fielmente esta instrucción, los buenos resultados se extenderán más allá
de los jóvenes mismos. La influencia ejercida salvará a miles de
hombres y mujeres que están al borde mismo de la ruina.
*EL RÉGIMEN ALIMENTARIO Y EL DESARROLLO MENTAL.
La
relación del régimen alimentarlo con el desarrollo intelectual debería
recibir más atención de la que ha recibido hasta ahora. A menudo, la
confusión y el embotamiento mental son el resultado de errores en el
régimen alimentario.
Con
frecuencia se arguye que, en la elección del alimento, el apetito es un
guía seguro. Esto sería cierto si se hubieran obedecido siempre las
leyes de la salud. Pero a causa de los hábitos erróneos, practicados de
generación en generación, el apetito se ha pervertido de tal modo que
constantemente ansía algo dañino. Ahora no sé puede confiar en él como
guía.
En
el estudio de la higiene se les debería enseñar a los alumnos el valor
nutritivo de los diferentes alimentos. Debería explicarse el efecto de
una alimentación concentrada y estimulante, y también de los alimentos
que no tienen suficientes elementos nutritivos. El té, el café, el pan
blanco, los encurtidos [pickles], las verduras de fibras bastas, los
caramelos, los condimentos y las tortas, no proveen la debida
nutrición. Más de un estudiante ha quebrantado su salud por ingerir
esos alimentos. Más de un niñito débil, incapaz de todo esfuerzo físico
o mental vigoroso, es víctima de un régimen alimentario pobre. Los
cereales, las frutas frescas, las frutas oleaginosas o nueces y los
vegetales, debidamente combinados, contienen todos los elementos
nutritivos, 205 y si están bien preparados, constituyen la alimentación
que más aumenta la fuerza física y mental.
Es
necesario considerar no sólo las propiedades del alimento, sino también
su adaptación al consumidor. A menudo las personas que se dedican
principalmente al trabajo mental, deben privarse de alimentos que pueden
ser consumidos libremente por las que hacen trabajo físico. También se
debería dedicar atención a la debida combinación de los alimentos. Los
que hacen trabajo mental o tienen ocupaciones sedentarias, deberían
combinar pocas clases de alimentos en una comida.
Ha
de evitarse el exceso de comida, aunque sea de la más saludable. El
cuerpo no puede usar más de lo que se requiere para la reparación de los
diversos órganos del cuerpo, y el exceso entorpece al organismo. Más
de un estudiante cree haber arruinado su salud por el exceso de estudio,
cuando la verdadera causa es el exceso de alimento. Mientras se presta
la debida atención a las leyes de la salud, el trabajo mental ofrece
poco peligro, pero en muchos casos del así llamado fracaso mental, lo
que cansa el cuerpo y debilita la mente es el hábito de sobrecargar el
estómago.
En
muchos casos, es mejor comer dos veces al día que tres. La cena, a una
hora temprana, interrumpe la digestión de la comida anterior. A una
hora tardía, no tiene tiempo para ser digerida antes del momento de ir a
acostarse. En esa forma, el estómago no tiene el descanso debido, se
perturba el sueño, el cerebro y los nervios se cansan, se pierde el
apetito por el desayuno, y todo el organismo no recibe nuevo vigor, ni
está preparado para desempeñar los deberes del día.
No
se debería pasar por alto la importancia de la regularidad de las horas
para comer y dormir. Puesto que la obra de reparar el cuerpo se
efectúa durante 206 las horas de descanso, es esencial especialmente
para los jóvenes, que el sueño sea metódico y abundante.
Siempre
que podamos, deberíamos evitar el comer apresuradamente. Cuanto más
breve es el tiempo de que se dispone, menos se debe comer. Es mejor
omitir una comida que comer sin masticar debidamente.
La
hora de la comida debería ser un momento de sociabilidad y descanso.
Debería desaparecer todo lo que abrume o irrite. Se deberían abrigar
sentimientos de confianza, bondad y gratitud hacia el Dador de todo lo
bueno, y la conversación debería ser alegre y de un carácter
comunicativo, que eleve sin cansar.
La
observancia de la temperancia y la regularidad en todas las cosas tiene
un poder maravilloso. Para producir la dulzura y la serenidad de
carácter que tanto contribuyen a suavizar el camino de la vida, será de
más valor que las circunstancias o las dotes naturales. Al mismo
tiempo, el dominio propio así adquirido resultará ser una de las
condiciones más valiosas para hacer frente con éxito a los serios
deberes y las realidades que esperan a todo ser humano.
Los caminos de la sabiduría "son caminos deleitosos,
y todas sus veredas paz". *Prov. 3:17.
Medite
todo joven que tiene ante sí posibilidades de un destino superior al de
reyes coronados en la lección transmitida por las palabras del sabio:
"¡Bienaventurada tú, tierra, cuando. . . tus príncipes comen a su hora,
para reponer sus fuerzas y no para beber!" *Ecles. 10:17. (La Educación de Elena G de White) 207
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