El Señor no puede
soportar mucho más a una generación intemperante y perversa. Hay muchas
solemnes amonestaciones en las Escrituras contra el uso de las bebidas embriagantes.
En tiempos antiguos, cuando Moisés estaba recapitulando el deseo de Jehová
concerniente a su pueblo, se pronunciaron contra los borrachos las siguientes
palabras:
"Y suceda que al oír las
palabras de esta maldición, él se bendiga en su corazón, diciendo: Tendré paz,
aunque ande en la dureza de mi corazón, a fin de que con la embriaguez quite la
sed. No querrá Jehová perdonarlo, sino que entonces humeará la ira de Jehová y
su celo sobre el tal hombre, y se asentará sobre él toda maldición escrita en
este libro, y Jehová borrará su nombre de debajo del cielo". Deut. 29:19-21.
Dice Salomón: "El
vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, y cualquiera que por ellos yerra
no es sabio". ¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién
las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para
quién lo amoratado de los ojos? Para los
que se detienen mucho en el vino, para los que van buscando la mistura. No
mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa. Se entra
suavemente; mas al fin como serpiente morderá, y como áspid dará dolor". Prov.
20:1; 23:29-32.
El uso del vino entre
los israelitas fue una de las causas que finalmente contribuyó a su cautiverio.
El Señor les dijo mediante el profeta Amós:
"¡Ay de los reposados en
Sion!... Vosotros que dilatáis el día malo, y acercáis la silla de
iniquidad. Duermen en camas de marfil, y
reposan sobre sus lechos; y comen los corderos del rebaño, y los novillos de en
medio del engordadero; gorjean al son de la flauta, e inventan instrumentos
musicales, como David; beben vino en tazones, y se ungen con los ungüentos más
preciosos; y no se afligen por el quebrantamiento de José. Por tanto, ahora irán a la cabeza de los que
van a cautividad, y se acercará el duelo de los que se entregan a los
placeres". Amos 6:1-7.
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"¡Ay de ti, tierra, cuando
tu rey es muchacho, y tus príncipes banquetean de mañana! ¡Bienaventurada tú,
tierra, cuando tu rey es hijo de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para
reponer sus fuerzas y no para beber!" "No es de los reyes, oh Lemuel,
no es de los reyes beber vino, ni de los príncipes la sidra; no sea que
bebiendo olviden la ley, y perviertan el derecho de todos los afligidos". Ecles. 10:16,17; Prov. 31:4-5.
Estas palabras de
amonestación y autoridad son claras y decididas. Los que ocupan cargos públicos
de confianza, cuiden de que no olviden la ley y perviertan el juicio por el
vino y la bebida fuerte. Gobernantes y jueces debieran siempre estar en
condiciones de seguir la indicación del Señor: "A ninguna viuda ni huérfano
afligiréis. Porque si tú llegas a afligirles, y ellos clamaren a mí,
ciertamente oiré yo su clamor; y mi furor se encenderá, y os mataré a espada, y
vuestras mujeres serán viudas, y huérfanos vuestros hijos". Éxodo
22:22-24.
Jehová el Dios de los cielos gobierna. El solo está sobre toda autoridad, sobre todos los reyes y gobernantes. El Señor ha dado en su Palabra instrucciones especiales con respecto al uso del vino y de las bebidas fuertes. Ha prohibido su uso, y ha recalcado su prohibición con severas amonestaciones y amenazas. Pero esta prohibición del uso de las bebidas embriagantes no es un acto de arbitrariedad. Él quiere que los hombres se abstengan a fin de librarse de las consecuencias del uso del vino y de las bebidas alcohólicas. Degradación, crueldad, abyección y contienda son los resultados naturales de la intemperancia. Dios ha señalado las consecuencias de practicar esta conducta impía. Lo ha hecho para que no haya una perversión de sus leyes y para que los hombres eviten la miseria ampliamente extendida resultante de la conducta de hombres perversos los cuales, por amor a la ganancia, venden venenos enloquecedores (Drunkenness and Crime, págs. 4-6). Te/EGW/MHP 47-48.
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