Regocíjate y canta, oh moradora de Sion; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel. Isaías 12:6.
El Santo De Israel. Esta expresión es predilecta de Isaías, pues la emplea 25 veces, mientras que todos los otros autores del AT sólo la usan 6 veces. Cuando Isaías vio a Dios en visión por primera vez, sentado sobre su trono, también oyó a los coros angélicos que cantaban: "Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos" (cap. 6: 3). El santo carácter de Dios había impresionado profundamente al profeta. Sobre todas las cosas, reconocía a Dios como un ser santo, y anhelaba ser semejante a él. Desde ese momento, la gran tarea de la vida de Isaías sería la de mantener ante Israel un cuadro de la santidad de Dios y la importancia de descartar el pecado y luchar fervientemente por lograr la santidad.
Isaías no representa a un Dios distante encerrado en un
cielo santo, sino a un Dios que moraba con su pueblo (cap. 57: 15; 66: 1-2).
Dios con su pueblo -Emanuel: "con nosotros Dios"- era el mensaje de
la vida y de las palabras de Isaías (cap. 7: 14; 8: 8, 10). Los que han sido
librados del pecado interior y de los enemigos exteriores (ver com. vers. 1) no
deben callar las mercedes del cielo. No basta pensar que sólo en el futuro,
sobre el mar de vidrio, será el momento de unirse al cántico de los redimidos.
En esta vida tenemos el privilegio de elevar nuestras voces en canto, con el
gozo y la paz del cielo en el corazón. Con este himno de alabanza (cap. 12)
concluye lo que se ha dado en llamar el "Libro de Emanuel" de la
profecía de Isaías. 4CBA/Ministerio Hno. Pio
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